
El 24 de febrero de 2022 se quitaron todas las máscaras y comenzó una guerra a gran escala, aunque llamarla «guerra» es un crimen en Rusia, donde los cobardes hipócritas desvergonzados insisten en llamarla una «operación militar especial».
Las ciudades arrasadas por los bombardeos masivos, las ejecuciones masivas de civiles y los niños huérfanos salieron de las escenas de los documentales en blanco y negro del siglo pasado a la realidad de la vida en la Ucrania contemporánea. Lo mencionado ocurrió por las órdenes de un criminal de guerra que, de repente, decidió que los ucranianos no tenían derecho a existir, y por la culpa de todos aquellos que eligieron seguir sus órdenes. Hoy conmemoramos el tercer aniversario de ese día y tres años de la lucha de los ucranianos para defender su patria de la guerra de agresión a gran escala ilegal y no provocada de Rusia.
De hecho, la guerra comenzó en febrero de 2014 con la toma armada e ilegal de Crimea por parte de Rusia y la posterior ocupación militar de partes de las regiones de Donetsk y Luhansk. Las Fuerzas Armadas de Ucrania detuvieron el avance de los ocupantes rusos y en los años siguientes vimos que continuaban los combates en la parte oriental de Ucrania, así como los intentos de poner fin a la guerra mediante negociaciones, en las que Rusia incluso pretendió ser una «tercera parte», negando que los así llamados «hombrecitos verdes», combatientes sin insignias, fueran de hecho militares rusos.
Con su agresión armada contra Ucrania, Rusia desató la primera guerra continental en Europa en el siglo XXI, socavando el sistema de seguridad mundial colectiva establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo no es sólo apoderarse de territorio, sino también destruir el Estado ucraniano, borrar nuestra identidad nacional y cometer el genocidio del pueblo ucraniano.
Obsesionado con la idea delirante de «reunir tierras históricamente rusas» y con los dolores fantasmas de la disolución de la Unión Soviética, Vladimir Putin sueña con que Rusia se convierta en una nueva superpotencia imperial. El mundo se enfrenta una vez más a un régimen totalitario que pretende revisar las fronteras por la fuerza.
Cabe señalar que esta es la política oficial de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU (que ocupó ilegalmente el asiento de la ex Unión Soviética), una potencia nuclear y un garante de la integridad territorial de Ucrania según el Memorando de Budapest, cuyo 30º aniversario marcamos el año pasado, en virtud del cual Ucrania renunció voluntariamente al tercer arsenal nuclear más grande del mundo.
Al defender su patria del agresor ruso y al defender los valores y principios fundamentales del derecho internacional, el pueblo ucraniano demostró al mundo un coraje, una resistencia y una unidad invencibles frente a un invasor bárbaro.
Putin no busca ni quiere la paz, está concentrado en ganar esta guerra. Por cierto, la agresión y los planes expansionistas hacia sus vecinos no son algo nuevo para Rusia. Esta ha sido la política tradicional de Moscú durante muchos siglos. Por lo tanto, no es casualidad que Putin no se limite a mantener sus inversiones en la agresión, sino que esté redoblando sus esfuerzos. Quiere acabar con la guerra destruyendo la libertad y la independencia de Ucrania.
El presupuesto de guerra de Rusia para 2025 es un 25% mayor que el del año pasado. Rusia sigue acumulando tropas, aumenta la producción de más misiles tipo Iskander y bombas aéreas guiadas. Además, Putin ha expresado repetidamente amenazas nucleares contra Ucrania y los países occidentales.
Cabe señalar que Rusia cuenta con el apoyo de sus aliados en la guerra de agresión contra Ucrania. Se ha llevado toda la munición de Bielorrusia, utiliza los drones iraníes y la munición e incluso soldados de Corea del Norte para aumentar su capacidad de ataque contra Ucrania.
Por el contrario, Ucrania, Europa y todo el mundo democrático necesitan una paz integral, justa y duradera. Ucrania quiere poner fin a esta guerra más que cualquier otro país. No sólo en interés de Ucrania debe lograrse una paz verdadera pero no una pacificación del agresor. Ucrania está abierta a la diplomacia, pero rechaza cualquier declaración manipuladora sobre la supuesta disposición de Ucrania a hacer concesiones al agresor a expensas de nuestra soberanía e integridad territorial.
También debemos tener claro que los acuerdos malos o débiles no traerán la paz, sólo conducirán a más guerra, por lo que estamos trabajando y seguiremos trabajando junto con los socios estadounidenses, europeos y de otros países para encontrar soluciones sólidas y eficaces. Espero que este año consigamos alcanzar una paz auténtica y justa.
Putin no ha logrado ni logrará su objetivo. ¡Ucrania es y será un estado independiente y democrático!
OKSANA DRAMARETSKA
EMBAJADORA DE UCRANIA EN MEXICO Y CONCURRENTE PARA PANAMÁ.