El este de Afganistán en ruinas tras un terremoto mortal

La noche del domingo se convirtió en pesadilla para miles de familias afganas. Un terremoto de gran magnitud sacudió con violencia las provincias de Kunar y Nangarhar, dejando un saldo provisional de al menos 800 fallecidos y 2.755 heridos, según datos oficiales divulgados este lunes por el gobierno talibán.

El epicentro se localizó a apenas 27 kilómetros de Jalalabad y a ocho kilómetros de profundidad, lo que multiplicó la potencia destructiva del sismo. Las sacudidas alcanzaron la capital, Kabul, y se sintieron incluso en Islamabad, Pakistán. El Servicio Geológico de Estados Unidos estimó que más de 1,2 millones de personas percibieron movimientos intensos o muy intensos.

En Kunar, una de las regiones más castigadas, las aldeas quedaron reducidas a escombros. Las frágiles casas de barro y piedra, típicas en la zona montañosa del Hindu Kush, colapsaron en cuestión de segundos, sepultando a familias enteras. A la destrucción inicial se sumaron dos réplicas de magnitud 5,2, que aumentaron el pánico y complicaron las labores de socorro.

“Los equipos de emergencia están trabajando bajo enormes dificultades. Las carreteras están cortadas y los deslizamientos de tierra impiden el acceso a las aldeas más alejadas”, explicó el portavoz del Ministerio de Salud, Sharafat Zaman.

El gobierno declaró la emergencia nacional y movilizó recursos desde Kabul y otras provincias. “Lamentablemente, el terremoto ha causado muertes y daños materiales en nuestras provincias orientales”, admitió el portavoz talibán Zabihullah Mujahid en un mensaje en redes sociales.

En hospitales locales se amontonan los heridos, mientras que cientos de rescatistas buscan sobrevivientes bajo los escombros con medios precarios. Autoridades provinciales alertan de que el número de víctimas podría aumentar drásticamente en las próximas horas, a medida que se logre llegar a aldeas remotas donde no hay comunicación.

Afganistán, situado en la zona de fricción entre las placas tectónicas india y euroasiática, es uno de los países más vulnerables a los sismos. En el último año, otro terremoto dejó más de un millar de muertos en el oeste del país. La fragilidad de las viviendas, la geografía montañosa y la escasez de infraestructuras vuelven a colocar a la población en una situación de extrema vulnerabilidad.

Mientras los rescatistas luchan contra el tiempo y las condiciones adversas, el país enfrenta una nueva tragedia que agrava el sufrimiento de una población golpeada por décadas de guerra, pobreza y catástrofes naturales.