El Vaticano se prepara para el Cónclave con un llamado global a la oración

El silencio que envuelve los pasillos del Vaticano se rompe solo por el murmullo de plegarias. Mientras el Colegio de Cardenales se reúne en las Congregaciones Generales en Roma, los purpurados han elevado un mensaje al Pueblo de Dios que trasciende las formalidades y entra en el alma de la comunidad eclesial: “Recen con nosotros”. No se trata de una petición cualquiera, sino de una súplica confiada en el poder de la oración para guiar el proceso del próximo Cónclave.

En su comunicado, publicado por la Santa Sede este miércoles, los cardenales invitan a todos los fieles del mundo a abrazar este momento con profundidad espiritual. Lejos de considerarlo como un mero acto de elección institucional, los líderes de la Iglesia recuerdan que se trata de un “evento de gracia y discernimiento”, en el que se busca, por encima de todo, escuchar la voluntad de Dios.

Las palabras son claras y cargadas de sentido: “La oración es la verdadera fuerza que favorece la unidad en la Iglesia”. Con esta afirmación, los cardenales retoman el llamado de San Pablo a vivir como un solo Cuerpo en Cristo, una imagen que se vuelve urgente en medio de los desafíos que enfrenta la Iglesia y el mundo contemporáneo.

El mensaje no esconde la carga de responsabilidad que recae sobre los hombros de los electores. Conscientes de ello, reconocen su papel como instrumentos en manos de Dios, llamados a dejarse guiar no por intereses humanos, sino por la acción del Espíritu Santo. La voz del Espíritu, señalan, debe ser escuchada con atención, con un corazón abierto, tal como lo pide el libro del Apocalipsis: “Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

Como gesto final y señal de confianza, los cardenales encomiendan este tiempo de discernimiento a la intercesión de la Virgen María. En ella encuentran no solo guía, sino consuelo y cercanía. Su maternidad espiritual, dicen, es el refugio de toda la Iglesia en los momentos más decisivos.

Así, mientras se acerca la fecha en que se cerrarán las puertas de la Capilla Sixtina, la Iglesia entera es convocada a una vigilia de esperanza, invocando luz desde lo alto, para que la elección del nuevo Sucesor de Pedro no sea obra del cálculo humano, sino fruto de la escucha fiel a la voz de Dios.