
REDACCIÓN | Panamá en Directo
Panamá | enero 14, 2025En un movimiento que podría marcar un cambio significativo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el Departamento de Estado decidió eliminar a la isla de la lista de países que patrocinan el terrorismo. Esta decisión, que tiene implicaciones directas en las sanciones y restricciones financieras impuestas sobre Cuba, ha sido descrita como un «gesto de buena voluntad» por parte de la administración Biden.
Un funcionario estadounidense, que habló bajo condición de anonimato, le explicó a la agencia AFP que la decisión se tomó tras una evaluación exhaustiva. «No tenemos información que respalde la designación de Cuba como patrocinador estatal del terrorismo», señaló. Además, indicó que este paso busca facilitar la liberación de personas que el gobierno estadounidense considera detenidas de manera injusta en Cuba.
Entre las medidas anunciadas se incluye la suspensión de la capacidad de ciudadanos estadounidenses para presentar demandas en tribunales de su país por propiedades expropiadas en Cuba. Esta disposición revierte una política activa durante el mandato del expresidente Donald Trump, quien en 2019 implementó el Título III de la Ley Helms-Burton. Dicha norma permite a ciudadanos estadounidenses iniciar procesos legales contra entidades que se beneficien de propiedades confiscadas por el gobierno cubano tras la revolución de 1959.
La medida adoptada por el presidente Joe Biden representa un enfoque más conciliador hacia Cuba, en contraste con las políticas de línea dura aplicadas por su predecesor. Aunque el gesto ha sido bien recibido por algunos sectores, no deja de generar controversia en otros, especialmente entre los exiliados cubanos en Estados Unidos y ciertos grupos políticos que consideran que el cambio podría debilitar la presión sobre el gobierno cubano.
Con esta decisión, las relaciones entre Washington y La Habana podrían entrar en una nueva etapa, marcada por un posible alivio de las tensiones acumuladas durante décadas. Sin embargo, los analistas advierten que el éxito de esta estrategia dependerá de las respuestas tanto del gobierno cubano como de los sectores políticos en Estados Unidos que apoyan una política más estricta hacia la isla.