
REDACCIÓN | Panamá en Directo
Panamá | marzo 21, 2025Audio generado por AI para Panamá en Directo
Panamá en Directo | La Estatua de la Libertad en el centro de la polémica entre Francia y E. U.
«Vamos a decirles a los estadounidenses que han optado por inclinarse hacia los tiranos, a aquellos que despiden a investigadores por ejercer su libertad científica: ‘Devuélvannos la Estatua de la Libertad. Fue nuestro regalo, pero aparentemente la desprecian’», declaró Raphaël Glucksmann ante su audiencia.
Sus palabras fueron interpretadas como un claro reproche hacia la administración de Trump y su enfoque en la política internacional, especialmente en relación con Rusia y la guerra en Ucrania. Glucksmann, miembro del Parlamento Europeo y representante del partido de izquierda Place Publique, es un firme defensor de Ucrania y ha sido un crítico abierto de las posturas diplomáticas de Trump.
Las declaraciones de Glucksmann no pasaron desapercibidas en Washington. Desde la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt reaccionó rápidamente con una respuesta contundente:
«Mi consejo para ese político francés de bajo nivel, cuyo nombre no mencionaré, es que recuerde que si no fuera por Estados Unidos, los franceses no estarían hablando su idioma actual. Así que deberían estar agradecidos con nuestro gran país», afirmó la funcionaria, haciendo referencia al papel clave que tuvo EE. UU. en la liberación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
El comentario de Leavitt intensificó la controversia, y no tardó en provocar una reacción por parte de Glucksmann, quien utilizó sus redes sociales para aclarar su postura.
Ante la creciente polémica, el eurodiputado insistió en que su comentario sobre la devolución de la estatua era una metáfora y que nunca hubo una intención real de exigir su regreso a Francia.
«Mi gratitud hacia los héroes estadounidenses que lucharon contra el nazismo es eterna. Pero el Estados Unidos de esos héroes luchaba contra los tiranos, no los elogiaba. Era enemigo del fascismo, no amigo de Putin», escribió Glucksmann en sus cuentas de X e Instagram.
En su publicación, el político francés hizo una dura crítica a Trump, señalando que sus recientes intentos de negociar un alto al fuego entre Rusia y Ucrania favorecen al presidente ruso Vladímir Putin y contradicen los principios democráticos que históricamente ha defendido Estados Unidos.
«Nadie vendrá a robar la Estatua de la Libertad. Es suya. Pero lo que representa, nos pertenece a todos», concluyó.
Su partido, Place Publique, intentó calmar la controversia asegurando que se trataba de un comentario con connotaciones humorísticas. «Los trumpistas están preocupados por perder la Estatua de la Libertad, pero parece que han perdido, sobre todo, el sentido del humor», escribieron desde la cuenta oficial del partido en X.
La Estatua de la Libertad, uno de los monumentos más emblemáticos de Estados Unidos, fue un regalo de Francia en 1886 para conmemorar el centenario de la independencia estadounidense y simbolizar la amistad entre ambas naciones.
Su diseño estuvo a cargo del escultor Frédéric Auguste Bartholdi, mientras que su estructura interna fue creada por Gustave Eiffel, el mismo ingeniero detrás de la Torre Eiffel de París. La estatua representa a Libertas, la diosa romana de la libertad, sosteniendo una antorcha en una mano y una tablilla con la fecha de la independencia de EE. UU. en la otra.
El monumento, que se encuentra en la isla de la Libertad en Nueva York, es considerado un símbolo universal de la democracia y la libertad. Desde 1984, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad y cada año recibe a más de cuatro millones de visitantes.
Aunque el debate sobre la Estatua de la Libertad es simbólico, ha puesto en evidencia las tensiones políticas entre líderes europeos y la administración de Trump. Mientras algunos ven las palabras de Glucksmann como una provocación innecesaria, otros creen que su mensaje es un recordatorio de los principios que deberían guiar a las democracias occidentales.
Por ahora, la Estatua de la Libertad seguirá en su lugar, observando el mundo desde Nueva York, pero el debate sobre su verdadero significado continúa más vigente que nunca.