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Panamá | abril 21, 2025Audio generado por AI para Panamá en Directo
Panamá en Directo | Papa Francisco: el jesuita que enfrentó al capitalismo y transformó la Iglesia
La revolución del Vaticano: el papa Francisco y su cruzada por la dignidad humana
Con la muerte del papa Francisco a los 88 años, la Iglesia católica despide a uno de los líderes más transformadores de su historia reciente. Jorge Mario Bergoglio, elegido en 2013 como el primer papa latinoamericano y el primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro, deja un legado marcado por la denuncia frontal del sistema económico global, el impulso a reformas internas profundas y una apertura pastoral sin precedentes.
Durante doce años, Francisco gobernó con una mezcla de firmeza moral y humildad evangélica. Desde el primer día de su pontificado, marcó distancia del silencio diplomático que tradicionalmente caracterizaba al Vaticano frente a los grandes poderes del mundo. Su blanco principal: el capitalismo moderno y sus consecuencias sociales.
En 2015, en su encíclica Laudato Si’, dejó una de sus frases más contundentes: “El capitalismo mata”. Para Francisco, el sistema económico vigente no solo alimentaba la desigualdad, sino que también devastaba el planeta. Sus palabras resonaron como un trueno en los oídos de los poderosos. Aquel mismo año, en un encuentro con religiosos, utilizó una imagen tan gráfica como polémica: “El dinero es el excremento del diablo”, una denuncia del materialismo y la codicia desenfrenada.
Ya en 2013, en Evangelii Gaudium, había planteado una crítica demoledora: “Esta economía mata”. Se refería a un modelo que idolatra el mercado, reduce a las personas a instrumentos de consumo y sostiene la ilusión de que la riqueza, si se concentra, eventualmente se derrama hacia abajo. Francisco no rechazaba el mercado como tal, sino la lógica deshumanizada que lo regía. Su postura era clara: los pobres no pueden seguir siendo un apéndice del sistema, sino su centro moral.
No se limitó a las palabras. En 2017, en una reunión con empresarios en el Vaticano, denunció que el capitalismo contemporáneo “descarta a las personas” y “hace invisible el sufrimiento”. Criticó también el peso de la deuda externa sobre los países pobres —a la que calificó como “instrumento de control”— y propuso reorientar parte del gasto militar global para erradicar el hambre y fomentar un desarrollo sostenible.
Sus críticas no se detuvieron en el sistema financiero. Francisco también alzó la voz frente al avance desregulado de la tecnología. Pidió que las grandes empresas del sector rindieran cuentas éticas por el impacto social de sus productos. En el Foro Económico de Davos, advirtió sobre los peligros de una inteligencia artificial sin control humano y exigió que su acceso fuera garantizado como bien público.
En Fratelli Tutti (2020), su tercera encíclica social, analizó las consecuencias de la pandemia: el virus, decía, había revelado la fragilidad de un sistema que no sabía cuidar de los más débiles. Su crítica al “dios del dinero” no era ideológica, sino profundamente cristiana, basada en el valor absoluto de la dignidad humana.
Pero su pontificado no fue solo denuncia externa. Francisco también se dedicó a transformar la Iglesia desde adentro. Inspirado por el espíritu de la Conferencia de Aparecida de 2007 en Brasil, abogó por una Iglesia “en salida”, más cercana a los pobres, más humilde y más dispuesta a escuchar.
Según el teólogo Wilmar Roldán Solano, el legado interno de Francisco se articula en cinco reformas claves:
- La reorganización de la Curia Vaticana, con el fin de hacerla más eficiente y conectada con las iglesias locales.
- La revalorización del Sínodo de Obispos, promoviendo una verdadera sinodalidad en la toma de decisiones.
- La inclusión de mujeres en puestos de liderazgo, abriendo espacios históricos dentro de la estructura eclesial.
- La apuesta por procesos pastorales lentos pero profundos, alineados con su frase recurrente: “El tiempo es superior al espacio”.
- Y un modelo de escucha activa como principio central del discernimiento espiritual y pastoral.
Su enfoque fue especialmente visible en temas como la familia, la sexualidad y la migración. Reconoció públicamente que un divorcio podía ser menos destructivo que una convivencia familiar marcada por la violencia, y pidió acoger a las personas homosexuales dentro de la Iglesia. También criticó duramente las políticas migratorias excluyentes, como las del presidente Donald Trump, reafirmando que el cristianismo debe construirse sobre la hospitalidad y la inclusión.
En sus últimos años, aunque su salud se había debilitado, Francisco siguió hablando con claridad. En las meditaciones del Viernes Santo de 2025, pronunció una frase que ya algunos citan como su epitafio moral: “La economía de Dios es humilde, cuida la tierra y no olvida al último.”
A pesar de que no logró concretar todos sus deseos —como su anhelada visita a Moscú para un encuentro con la Iglesia Ortodoxa—, el papa Francisco deja una huella que perdurará. Como señaló el académico argentino Roberto Bosca: “Puso en el salón principal de la Iglesia la doctrina social que había estado arrumbada.”
Francisco fue el papa que enfrentó al sistema, defendió a los olvidados, apostó por la transparencia y forzó a la Iglesia a mirarse en el espejo del Evangelio. Hoy descansa, pero su mensaje sigue ardiendo con fuerza.